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sábado, 30 de enero de 2021

AL ATARDECER // CAPÍTULO VII

 

 

AL ATARDECER

CAPÍTULO VII

 

 Desayunó tranquilamente, mientras esperaba a Pepe que quedó en subir sobre las diez cuando él lo llamó para contarle todo lo sucedido desde que llegaron.

—Hola Nel. Buenos días. He hablado con la Guardia Civil, los agentes forestales y algunos vecinos, referente a lo que me contaste de estas noches atrás. Y ninguno de ellos ha visto nada raro por la zona. Referente a lo de la casa, ni yo ni la chica que se encarga de las casas, hemos entrado.

—No sé Pepe, es muy raro todo. Que entren en una casa, dejen lo único que tiene un cierto valor, como es el equipo fotográfico y el portátil, que registren una maleta y antes de irse dejen las velas encendidas. No tiene sentido ni lógica.

—Aquí nunca han robado. Lo que sí me parece raro es que hayan entrado sin romper ventanas ni forzar la puerta. No obstante le he pedido a la Guardia Civil, que estén pendientes durante su patrulla por si ven a alguien por aquí. Y tampoco he echado en falta ningunas llaves.

—Muchas gracias, Pepe.

Prácticamente con medio día perdido con la conversación, decidió comer pronto y subir otra vez a la montaña. Esperaba encontrar algo que diera una explicación a la presencia en ese lugar y a esas horas, de una persona con una linterna. Aunque en su fuero interno no dejaba de pensar que era un cazador furtivo.

Al pasar por los pastos, en la subida, encontró al pastor cerca de la valla bregando con lo que debería de ser una alpaca de heno o similar.

—Buenas tardes, bonitas vacas, estas son autóctonas ¿verdad?

—Sí señor, la casina como aquí la conocemos.

—Estas están dedicadas a la producción de carne. Y por su aspecto debe de ser de muy buena calidad.

—Vaya que sí ¿Ha probado usted ya su carne?

—Aún no, porque llevo pocos días aquí en la zona. He venido para ver esta tierra y por supuesto a disfrutar de sus manjares.

—Pues cuando la pruebe, verá usted que carne más exquisita.

—Muchas gracias, le dejo que siga con su tarea. Yo por mi parte voy a seguir con mi paseo.

      ¿Qué va, arriba?

—Sí, quiero subir hasta una casa que hay en medio del bosque.

—Tenga cuidado con el cortado, de noche es muy peligroso y hay varias simas en las que puede caer.

—Gracias por su consejo. Adiós.

No dejaba de darle vueltas al lugar en el que estaba situada.

—Vamos Thor que la noche está al caer.

Cuando ya estaba a escasos trescientos metros de la ermita, vio a la chica que estuvo a punto  de atropellar.

—¡Hola! Cómo esta después del susto de anoche.

— ¡Ah! ¡Hola! Muy bien, siento mucho el sobresalto de ayer. No me di cuenta del lugar por donde estaba cruzando.

—No pasa nada. Lo importante es que no la alcancé con la furgoneta.

—No, desde luego— le respondió sonriendo.

Con esa pequeña conversación llegaron al cruce de caminos.

—Me alegro que estés bien, y mucha gracias por la compañía. Espero verte en otra ocasión— le dijo Nel mientras cogía el carril en dirección al puente.

—Puede ser, vengo mucho por aquí. Adiós Nel.

—Adiós, Johanna.

—Te habrás fijado en el detalle— le comentaba a Thor —Se ha acordado de mi nombre. Y de su sonrisa qué me dices ¿Es bonita verdad?

 

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