CAPÍTULO XX
—
¡Buenos días guapo! ¿Qué te pasó anoche que no dejabas de llorar?, bajando y
subiendo las escaleras que hacen más ruido que una cama vieja. Esta noche
tampoco hemos tenido visita, veremos a ver si hemos grabado algo.
Como
venían haciendo días atrás, al atardecer subieron a la casa. Al pasar por los
pastos de Juan, y a unos pocos metros, vio la inconfundible silueta de Johanna,
dándole un vuelco el corazón.
—Johanna—
la llamó dando una voz.
—
¡Hola, Nel! Subía para buscarte. Imaginaba que estarías en la casa.
—Voy
para allá, anoche, como te comenté, dejé la grabadora y subía para recogerla.
Estoy impaciente por ver si se ha grabado algún mensaje o algo que me ayude,
bueno que nos ayude y saber de una vez que está pasando. Ya llevo varias noches
que no he visto, ni oído, ni notado nada.
Por lo que ya tengo muchas dudas de que todo tenga algún sentido.
—Es
raro, pero también era raro lo que estaba pasando. A lo mejor solo ha sido la
conciencia de varios factores, ten en cuenta que yo solo vi la luz y nada más.
—Hombre,
Johanna, la luz y la sombra.
—Sí,
es verdad. Pero solo eso, lo demás es tuyo. Por eso creo que con quien querían
comunicarse era contigo.
—
¿Pero tú lo crees?, porque si no, ¿que haces acompañándome en esta locura?
—
¡Bueno! Es interesante. Me gustará ver la cara que pones si esto avanza mucho
más —le dijo Johanna riendo.
—Desde
luego es precioso encontrar personas como tú que solo te acompañan para saber
si estas paranoico o no.
—No
te lo tomes así, me lo paso bien contigo y si con ello saco una experiencia con
seres del más allá pues mejor. Lo que
me da miedo es que sean monstruosos y de carácter maligno como salen en las
películas.
—Esa
es una pregunta que yo también me hago, ¿Por qué siempre salen seres malvados?
¿Por qué no pueden ser espíritus que simplemente estén vagando porque tengan
algo pendiente? Quizás no comprendan el motivo de su muerte, posiblemente no
acepten un final trágico. Es tan absurdo y a la vez tan complicado de
averiguar. Yo siempre me guío por lo material, lo que puede ser palpado y
explicado. Pero lo inmaterial, aquello que no tiene explicación lógica o
científica, lo que no puedes demostrar porque solo tú lo estás viendo o
sintiendo es otro tema diferente. Lo más razonable para evitar cualquier juicio
sobre tu cordura es callarlo, y si lo callo yo, habrá habido mucha gente que
también lo habrá silenciado.
—Muy
bien Nel. Y si no lo callan, ¿que ganarían con ello? Dime por ejemplo ¿A quién
se lo has dicho tú a parte de mí?
—A
parte de ti, a María.
—
¿Por qué solo a nosotras dos?
—No
creo que le interese a nadie más.
—
¿No crees que le interesaría a nadie?, o
simplemente no quieres pasarte todos los días convenciendo a alguien de algo
que es solo para ti.
—Ya,
pero en mi caso siempre actúo así. No tengo por costumbre contarle a nadie
cosas de mí y mi vida que no les importa o no quiero que les importe.
—Pues
así debe de ser para la mayoría. Personalmente quiero decirte que yo sí creo en
esto, y creo en todo lo que percibo. Y ahora explícame lógica y científicamente
por qué nos hemos conocido, qué nos ha traído a un lugar tan lejano de los dos
para estar juntos.
—Sabes
de sobra que no tengo explicación para eso.
—Pues
para lo otro tampoco, y sin embargo, aquí estas, dedicando tu tiempo y tus
vacaciones para averiguarlo.
Ne
se adentró en la casa para coger la grabadora y salir inmediatamente para oírla
junto a Johanna. Comenzaron a oír la grabación, escuchando en los primeros
minutos solo ruidos, imaginando que podría ser cualquier animal andando por la
habitación. Pero no pasaron ni cuarenta segundos cuando oyeron la pequeña voz
“Ayúdame” “Ayúdame” “Ayúdanos” esta última llamada seguida de lloros de niños
pequeños.
—Este
llanto es el que oí el otro día que tú no pudiste venir.
—Vámonos,
Nel, no quiero estar aquí, me siento mal.
—Vamos,
Thor— Lo llamó Nel.
—Creo
que está otra vez en el establo, Nel.
Nel
se aproximó hasta la entrada del establo alumbrando a la esquina izquierda del
final de éste, viendo que Thor se encontraba mirando fijamente a la losa
gimoteando.
—Vamos
campeón, ahí no hay nada. Un día pondremos la cámara con los sensores de
movimiento y pillaremos al bicho que tanto te inquieta.
—Vámonos
ya, Johanna. Otra vez estaba en el mismo sitio, debe de ser el refugio de algún
animal. ¿Te queda mucho para finalizar tu trabajo?
—No
lo sé, Nel. Eso es una decisión que no depende de mí.
—Pues
estamos los dos en iguales circunstancias, la única diferencia es que yo no
quiero irme. Vine buscando respuestas, y aunque para la mayoría ya tengo
respuestas, me queda la más importante.
—
¿Y puedo saber cuál es esa pregunta que aún no tiene respuesta?
—Prefiero
decírtelo cuando por fin la encuentre.
—Bien,
espero que pronto lo averigües y si quieres me lo dices.
—Cuenta
con ello ¿Te dejo ahí como siempre?
—Sí
por favor. Adiós, Nel. Mañana si puedo escaparme pronto del trabajo nos vemos
en nuestra casa.
—Que
bien ha sonado eso, Johanna. Adiós preciosa.
—Buenas
noches María. ¿Cómo se encuentra mi compañera y sin embargo amiga?
—Hola,
Nel, ¿Cómo estás?
—Estoy
estupendamente. Hoy hemos subido a la casa a recoger la grabadora que te
comenté. La sorpresa ha sido mayúscula, cuando hemos escuchado lo que se
había grabado.
—Qué
grabadora y qué has oído.
—
¿Es que no te dije que iba a comprar una grabadora para ponerla en la casa?
—Que
yo recuerde no me has comentado nada hasta ahora.
—Puede
ser. Pues la coloqué anoche y hoy la hemos recogido. La grabación no es gran
cosa, pero desde luego pone los pelos de punta y sé que voy en el buen camino.
—Nel,
cuando hablas en plural, ¿te refieres a Thor y a ti o me quieres decir que la
relación va a más?
—Qué
fina eres —le dijo él riendo— Sí, la relación va muy bien, me encanta estar con
ella, y a ella parece que también. Me estoy enamorando como un niño, espero que
la caída no sea en proporción a lo que la estoy amando. Es tan agradable
caminar junto a ella, escucharla, ver sus movimientos, aspirar su aroma,
ver cómo se mueve su cabello al andar. Y
lo mejor de todo, compartir con ella una porción de día, pequeña, pero
enriquecedora.
—Madre
mía qué batacazo te vas a pegar. Veremos a ver cómo te recompongo. Y dime, ¿qué
es lo que se ha grabado que te ha erizado la piel?
—Es la misma voz de siempre, pero el mensaje ha cambiado.
Te acuerdas que en las primeras ocasiones no dejaba de repetir “Sígueme”. Pues
lo que se ha grabado en la casa es “Ayúdame”, en varias ocasiones acompañado de
los mismos llantos que oí la otra noche
en el bosque.
— Qué raro, ¿no? Estoy deseando saber en
que acaba todo esto. Espero que lo averigües antes de venirte.
—Espero
que sí, si no fuera así me quedaría muy mal. No quiero dejar que esto me
atormente toda mi vida.
—Tú
y tus locuras.
—Yo
y mis locuras, nunca mejor dicho. Te dejo, guapa, voy a dejar la grabadora
preparada por si la pequeña decide la pequeña hablarme. Te quiero.