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sábado, 2 de enero de 2021

Al Atardecer Capítulo II

 

AL ATARDECER

CAPÍTULO II

 

Imposible dormir más, en esta ocasión por los nervios del viaje, aunque no comprendía el porqué de esos nervios. Quizás –Pensó— he creado demasiadas expectativas con este viaje. Se levantó, y preparo un café para tomarlo junto a Thor mientras ambos se despejaban.

—Es demasiado temprano Thor, pero estoy impaciente por salir ya. Y sería absurdo intentar dormir más, porque no podría. Nos espera un largo viaje, y si todo sale bien para las cuatro o las cinco de la tarde estaremos allí.

—Aunque creo que a ti no te importará mucho que sea largo, porque como siempre, viajarás en la parte trasera, toda para ti, y no creas que no me da envidia, —Sonrió él.

Mientras cargaba el equipaje, se liaba algunos cigarrillos para el camino, y preparaba las cosas de Thor, les dieron las seis y media. Inició el viaje ilusionado por lo que encontraría a su llegada. Nunca había necesitado viajar con tanta necesidad. ¿Seguiría siendo un paraíso? o ¿estaría superpoblada como estaba pasando en todos los sitios con el boom del turismo rural? Pensar en eso le arrancaba un hilo de dolor. Diciéndose una y otra vez que seguiría siendo un lugar precioso. Que la gente de Asturias no son personas de estropear su naturaleza y con ello su cultura tradicional, pasada de padres a hijos. Hicieron dos paradas en el camino para desayunar y comer.

—Thor, queda muy poquito para llegar, voy a parar un momento para llamar a Pepe y que nos indique la dirección a seguir para llegar a la casa. Nuestro hogar por unos días.

—Pepe, buenas tardes, soy Nel.

—Hola Nel, ¿cómo va ese viaje?, ¿le falta mucho para llegar?

—Según el GPS nos queda muy poquito para llegar, unos veinte kilómetros.

—Entonces en quince o veinte minutos estás aquí, cuando entre al pueblo siga todo recto hasta una bifurcación, gire a la derecha siguiendo dirección a Teixois, y a unos cuatro kilómetros se encontrara con un cruce, coja el de la derecha dirección a las casas rurales de Teixois. Yo no estaré, pero haré todo lo posible por ir más tarde. En la aldea hay una chica que le dirá cuál es la casa y le dará las llaves.

—Nada más adentrarse en la pequeña carretera que le llevaría a la aldea, observó como ésta transitaba en una bóveda natural, creada por un sinfín de castaños, robles, pinos y algún tipo de árbol y arbustos que él no conocía. No dejaba de mirar a un lado y otro viendo como la arboleda no dejaba pasar los rayos de sol, convirtiendo el día en atardecer.

—Hola. Soy Nel, me ha dicho Pepe que habría esperándome alguien. Imagino que es usted.

—Sí, le estaba esperando. Pepe me ha dicho que lo conduzca a la casa. Por favor sígame.

—Madre mía, que rampa. Por aquí no pasa la furgoneta.

—El coche se debe de quedar arriba en el camino, en un ensanche que se hizo para estacionamiento. La casa que le ha reservado Pepe es la que conocemos con el nombre del Batán. La calefacción del dormitorio está conectada, porque por la noche refresca mucho. Los radiadores son independientes, los puede poner o quitar a su antojo.

—Muchas gracias, voy a descargar el equipaje y dejo la furgoneta en el camino.

—No es necesario, en esta semana no viene nadie. Lo puede dejar aquí mismo.

—Gracias por todo, voy a descargar.

—De nada. Pepe me ha dicho que en el momento que pueda sube para verlo. Adiós.

Extasiado ante tanta magnitud, rodeado por bosques interminables, en los que diferenciaba los castaños —que claramente eran superiores en número— Observó como una espesa niebla o una nube tal vez, se iba apoderando de las cumbres, dejándose caer sobre ellas como una fina gasa, sin ruido, de manera calmada y con tanta intensidad que hacía desaparecer a cuantos arboles alcanzaba. Estudiando y analizando el entorno vio la mano del hombre en parte del diseño de éste. Se podía ver como en algunas zonas los árboles habían sido talados hasta su total desaparición, para dar lugar a unos pastos. Estos se encontraban rodeados por un pequeño muro de pizarra, colocada una losa sobre otra, sin mezcla ni argamasa alguna. En la ladera contempló también un muro de igual pizarra, que encerraba unos panales de abejas, como se venía haciendo desde hace muchos años, cuando el oso transitaba por estos bosques libremente. Pensar en eso le erizo el bello, siendo consciente del miedo que supondría para los habitantes encontrarse con tan magnífica bestia. Como podría él, hombre de ciudad enfrentarse a semejante encuentro. Mezclándose en esta sensación la alegría de poder verlos vagar por las montañas y el terror de encontrarse frente a frente con ellos.

—Buenas tardes, Nel.

—Hombre Pepe, que alegría de conocerlo.

—Pensé que llegaría más tarde, y cuando me ha llamado estaba en una reunión.

—No se preocupe, La chica me ha explicado todo lo referente a la casa.

— ¿Le ha sido difícil dar con el lugar?

—No que va, con sus indicaciones ha sido fácil llegar hasta aquí.

— ¿Le gusta el lugar y la casa?

—Por lo poco que he visto en el camino hasta aquí, me ha encantado. Lo que más me ha gustado es la ausencia de edificios nuevos, y con ello la masificación que todo lo destroza. Eso para mí personalmente es lo que más me gusta, demuestra que por encima del enriquecimiento personal está la sensatez y el deseo de mantener aquello que nos dejaron nuestros antecesores.

—La verdad Nel, que esto esté así es por parte de los vecinos y de la administración. Si hubiesen dejado construir hoteles, apartamentos, casas nuevas para turismo rural, hubiese sido el fin de estas montañas que son nuestra vida y donde están nuestros antepasados. Porque aparte de los nuevos alojamientos se tendría que hacer nuevas carreteras para su acceso, crear una infraestructura dañina para el bosque, con el fin de dar cabida a personas y vehículos. Sumando a esto el daño que se produciría a la fauna y flora.

—Y elegir este sitio, ¿Por qué ha sido? ¿Es que lo conocía?

—Esta parte de Asturias no. En las dos ocasiones que he estado aquí fue por la zona de los lagos. Elegir este lugar, fue porque quiero conocer esta tierra en todos sus rincones, y el motivo que me llevó a elegirlo fue internet. Miré en google maps y vi que no había grandes ciudades, y sí mucho bosque manchado con pequeñas aldeas. Además que me apetecía pasar tiempo solo en la montaña.

—Solo sí va a estar, como le comente hay muy pocas reservas. Para serle sincero solo tengo reservado dos fines de semana. Y en las fechas que estamos creo que no voy a tener muchas más. Y si no tiene prisa me gustaría comentarle lo más interesante que hay por la zona y algunos sitios para comer.

—Prisa ya no tengo Pepe —le dijo Nel riendo— Y en bastantes días no la tendré.  Necesito poner muchas cosas en orden y volver a mi vida cotidiana con las pilas cargadas. Así que mi única preocupación aquí va a ser descansar y pensar, o como se dice ahora, meditar.

Empezó Pepe con la relación de los lugares más interesantes para poder visitar, como el más profesional de los guías turísticos, pasando a continuación a relatarle por zonas de visita una serie de tabernas, restaurantes y casas de comidas, en las que se comía mucho y barato. Comentándole para finalizar el monólogo, como surgió su inmobiliaria, la que se dedicaba a comprar aldeas abandonas, palacios, casas y todo aquello que se pudiera reformar para darle vida, bien a través del turismo o como vivienda particular.

—Muchas gracias por todo Pepe.

—De nada, si necesita algo no dude en llamarme, y si le corto porque en ese momento no pueda hablar, le llamo en el momento que pueda. Adiós Nel.

— ¡Pepe! ¿Dónde está la tienda más próxima para comprar lo que vaya necesitando?

—En Taramundi hay varias.

Terminó Nel de ordenar su equipaje sin dejar de mirar a través de las diferentes ventanas que tenía la casa. Estaba contento por haber escogido esa casa, pues una vez que se marchó Pepe y la chica que le esperó, todo se quedó en un maravilloso silencio. Acordándose que aún no había llamado a María.

—Hola guapa, que ya estoy aquí en la montaña.

—Hola Nel. ¿Cómo ha ido el viaje?

—Muy bien, creía que se me iba a hacer más largo, pero no ha sido así. Perdona que no te haya llamado antes, pero entre que descargaba, ordenaba el equipaje y la visita de Pepe, el dueño de la casa, no he podido.

—Muy mal por tu parte, pero tampoco me extraña en ti. ¿Es bonito el sitio?

—Es precioso, muy diferente a nuestra tierra, todo es verdor y agua, no hay ni una zona seca, y cantidad de arroyos recorriendo las montañas y los lugares por donde he pasado, mañana saldré a dar un paseo por los alrededores.

—Y la casa, ¿te ha gustado?, ¿es muy pequeña?

—La casa es muy acogedora, es pequeñita, lo justo para Thor y para mí. Tiene dos plantas, la de abajo hace de cocina-comedor y sala de estar. La planta de arriba tiene un dormitorio con una cama descomunal, me ha dicho que mide uno ochenta, aunque yo creo que mide más. Y un cuarto de baño bastante grande. El suelo de la planta superior es de madera excepto el baño, pero madera, madera, no lo que ponen ahora para revestimiento de suelos. Y aunque es pequeña, dispone de seis ventanas. Es de piedra en su exterior, y seguramente en sus tiempos, la piedra también sería visible en su interior. Me tengo que enterar a que estaba dedicada esta casa, porque yo creo que era un establo en la parte baja y vivienda en la superior. Como he leído que era las casas humildes en los Oscos. Vamos, una gozada para mí.

—No sabes lo que me alegro de que te guste tanto. Y tú ¿Cómo estás?

—Pues en uno de mis mejores sueños, disfrutando de lo que más me gusta, viviendo lo más cerca que puedo de lo que siempre he deseado. Una naturaleza limpia, sin contaminación, en silencio. Llevo ya casi cuatro horas y aún no he oído el ruido de un motor, el murmullo de las personas al ir de un lado para otro como hormigas atareadas. Tan solo el silencioso ruido de la montaña, de sus bosques y de los diferentes pajarillos que la rodean.

—Y el entorno ¿es muy abrupto o llano?

—El terreno es bastante brusco, aquí o subes o bajas, no hay término medio. Luego, cuando empiece mis paseos para tomar algunas fotos y conocer los alrededores, te diré como lo veo.

—Ten mucho cuidado, no vayas a hacer ninguna locura por fotografiar a un bicho. Llámame de vez en cuando, si te acuerdas.

—Rio Nel— Tendré en cuenta tus consejos, ya no soy un chaval. Y tú cuídate mucho ¡Te quiero preciosa!

Después de cenar salieron a la puerta para descansar un rato antes de ir a la cama, sirviéndose un chupito de licor asturiano de café con hielo, comprado en la tienda del pueblo. Se lo tomó mientras observaba un cielo hermosamente decorado con millones de estrellas, sorprendentemente cercanas y que le hizo emocionarse dando gracias al destino por llevarle a un sitio tan bonito y embrujador.         

Al día siguiente despertó más tarde de lo normal, se sirvió el primer café, y frente a la ventana, se lió un cigarrillo de forma sosegada, sin prisas. Bajó al pueblo para completar los víveres que necesitaba para un largo periodo.

—Vamos campeón, salgamos a dar un paseo para hacer la digestión, estoy deseando de ver los alrededores.

No tenía claro si la confusión que tenía se aclararía en ese sugestivo ambiente. Pero sí había llegado a la conclusión de que lo necesitaba.

— ¿Por qué no lo habré hecho antes? —le comentaba a Thor— He esperado demasiado, prácticamente hasta el punto de llegar a asfixiarme. He conseguido agotar la paciencia de muchas personas, tratándoles de una manera distante. No entiendo  por qué no me han dicho nada,  por qué todos han callado, dejándome languidecer día a día. Toda la confianza y sinceridad que de ellos creía, resultó ser mentira. Aunque no los culpo. Siempre llevo una máscara que esconde mi dolor y sufrimiento, mis inquietudes y miedos. Nunca he abierto mi corazón de manera sincera, por miedo al rechazo. Jamás he sido honesto con las personas que me quieren ni conmigo mismo. He deseado morir, para evitar lo que creía inevitable, la soledad. Y empiezo a ser consciente de que esa soledad la he creado yo, con mi desconfianza, con la cerrazón de mis pensamientos hacia ellos. Que absurdo todo. Para evitar estar solo, me he aislado. Si amigo mío, he creado mi propio destino.

A veces me siento agotado, incapaz de seguir adelante, desando que todo llegue a su final, de que mi paso por esta vida acabe y con ello recobrar la paz, acabar con la incertidumbre que tanto daño me está provocando. Pero cuando veo, lo que nos rodea, pienso que todos podemos tener una segunda oportunidad, que no importa la edad. ¿Quizás esté en el sitio equivocado? Tal vez debería abandonarlo todo y empezar desde cero en un ambiente que me atrae, que de alguna manera me pertenece. Pero por otra parte, cómo abandonar mis recuerdos, los años pasados, los fracasos y los aciertos, las personas que quiero aunque no lo diga muy a menudo. Cómo afrontaría el desarraigo de algo con lo que llevo viviendo  más de medio siglo. Solo deseo que cuando termine esto, sea capaz de ver las cosas con más claridad, y que la decisión que tome sea la correcta. Pero por lo pronto vamos a disfrutar hasta el último momento de este lugar, en el que sí he acertado.

Llevaba caminando bastante tiempo, y disparadas algunas fotos, cuando decidió parar a comer. El lugar invitaba a una parada, a saciar el apetito con la contemplación de la vida que fluía a su alrededor.

Sentado sobre la hojarasca caída y apoyada la espalda en el viejo tronco de un castaño, dejó pasar el tiempo.

—Volvamos a casa guapo. Una duchita, la cena y  a ver el anochecer sentados e la puerta de nuestra pequeña casa.  

Hacía una temperatura agradable para esa época de año. Fue a tomar asiento en el banco que lo hizo la noche pasada, pero como recordó que no fue lo cómodo que él deseaba, entró en la casa y sacó de su interior un sillón ligero que haría su momento de meditación e introspección mucho más agradable. Hasta que el sueño le venciera.

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