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lunes, 1 de febrero de 2021

COVID 21

 

 

 

 

            Hoy, en una de las llamadas que recibo en mi segundo encierro para preguntar por si hay algún cambio en mi salud y tras una pequeña conversación y como despedida me ha dicho;

            —Cuñao porque no escribes algo de la mierda esta.

             Sinceramente me hace ilusión que me pidan que escriba sobre algo, pero de verdad os digo que escribir sobre el virus ya raya bastante y no quiero seguir con algo que nos está machacando. Aunque bien es verdad que estas circunstancias me están haciendo ver muchas cosas que antes desconocía o no prestaba atención,           

            Una de estas es que por fin he comprendido desde que utilizamos la mascarilla, porqué en la mayoría de la literatura árabe se hace mención a los ojos… ¡Tócate los huevos, si no veían otra cosa!

            Y contra todo pronóstico hay que reconocer que nos estamos acostumbrando a llevar la mascarilla a pesar de algunos contratiempos;

            El otro día que estaba bastante feliz me dió por sacarle la lengua a una niña que me miraba sorprendida… Madre mía estuve toda la mañana dando arcadas y tenía pelusa de la mascarilla hasta en la campanilla… aunque aún tenemos algunos inconvenientes que deben estudiar los técnicos, ya que vivo en un mundo de penumbras permanente con las gafas siempre empañadas aunque tiene algo positivo y es que me estoy haciendo un experto en reconocer bultos, porque verlos con nitidez es imposible. El otro día cabreado de tanta neblina me coloqué dos esparadrapos sujetando la mascarilla a ambos lados de la nariz, y he de reconocer que esa idea hizo que se me saltaran las lágrimas, no de emoción o acierto sino a la hora de quitármelo…creo que con el esparadrapo me lleve el lagrimar, “Por dios que mal rato pase” y encima toca disimular.

            Y el tema de las relaciones sociales ¿Qué?;  La verdad es que antes cuando ibas caminando y veías a un amigo por la acera de enfrente, cruzabas y le saludabas con un abrazo y entablabais una conversación discreta, pero no, ahora hay que respetar la distancia de seguridad lo que te lleva a ser más ordinario que la música de las grecas, total que te acercas todo lo que puedes al bordillo de tu acera, preparas tus pulmones expirando todo el aire que puedes para salvar la distancia de cuatro carriles de circulación, un seto y una fila de coches aparcados a ambos lados y desde ahí y a voces comienzas la conversación…

            —Pacoooo —este que se gira y te saluda levantando la mano con la inseguridad de no saber quién le está hablando— ¿Cómo estás?

            —!Ehhh¡ me alegro de verte —y una mierda se dice para sí, no se quien cojones eres intentando sin éxito conocer al que lo saludaba intentando mirar a través de unas gafas empañadas en la parte superior y con un charco de condensación en la parte inferior — estoy muy bien y ¿Vosotros

                        —Nosotros estamos muy bien, parece que por ahora nos escapamos del bicho —le respondió desde la acera de enfrente— estamos pendientes de una PCR por que el otro día fue a casa mi sobrino que estuvo con su primo que tiene familia fuera y un amigo del primo del primo de mí sobrino que estuvo en una fiesta con otros amigos y creen que uno de los amigos de los amigos del amigo del primo de mi sobrino había estado en una fiesta en la que estuvo un positivo que por lo que se ve lo había contagiado su abuela que a su vez la contagio una conocida del centro de día que tenía un nieto carnicero que dijo qué uno de los clientes se lo contagio a él porque decía que trabajaba con uno que dio positivo en covid.

            A estas alturas de la conversación se encontraban todas los viandantes en un radio de cincuenta metros parados con la incertidumbre del resultado de la PCR, unos agachaban la cabeza mientras maldecían —puto coronavirus— otros movían la cabeza de lado a lado —la que nos han liao, me cago en su put…. — y fue aumentando las conversaciones entre unos y otros hasta que todo fue un caos de voces y conversaciones entremezcladas en las que nadie sabía a quién preguntaban y quien les respondía.

            Lo más complejo de todo esto es la prohibición de fumar en las terrazas… eso si, en mi tierra y creo que en todas partes se lleva a rajatabla: Hace unos días por navidad fui a tomar unas cañas con la familia, bueno la familia que se reducía a tres personas incluida yo, fue sorprendente para mí que prácticamente no salía desde el estado de alarma, ver como las terrazas estaban ocupadas y solo quedaba una que hacia límite con la superficie de la terraza, eran las siete y media así que no podíamos tomar alcohol, pero fue lo más sorprendente de esto que al ser fumador me daba cosa levantarme y separarme para poder hacerlo, y cuál fue mi sorpresa cuando observo a mi alrededor que los y las fumadoras se levantaban de la mesa y en el mismo lugar se fumaban el cigarrillo, viendo una cosa tan absurda pregunte a mis acompañantes “¿Se prohíbe fumar en las terrazas? O ¿Se prohíbe fumar sentado en las terrazas?... Bueno se puede decir que esa es nuestra naturaleza —respondió— entendemos e interpretamos las leyes como nos da la gana.

            Pero donde mejor lo paso es en el tema del saludo, me resulta gracioso cuando dos personas de una edad confusa —ni viejos ni jóvenes— se encuentran… Y es que ante la falta de practica e intentando ser más que todos los demás respetando las normas, el uno que se acerca a dar un abrazo, el otro que extiende su mano, el del abrazo se da cuenta de que no puede tener contacto físico y retira el brazo y la mano y prepara el codo —eso es lo último, lo más moderno— el otro que no le da tiempo a preparar el codo y queda al descubierto, el otro que sigue en su trayectoria impactando en el pecho del amigo y cayendo al suelo, el amigo que se queda sorprendido por que no puede darle la mano o cogerlo para ponerlo de pie, a duras penas consigue levantarse y después de pasar por tan nefasto intento de saludo acaban con un ¡Ehhh!, ¡Ahhh! Otro día con más tranquilidad y más preparación lo harán mejor

 

            Espero que este pequeño relato te guste y que estés muy bien. Te deseo lo mejor y desde estas páginas quiero hacerte llegar mi abrazo.

 

 

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