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lunes, 8 de febrero de 2021

AL ATARDECER // CAPÍTULO XX

 

                                                            CAPÍTULO XX

— ¡Buenos días guapo! ¿Qué te pasó anoche que no dejabas de llorar?, bajando y subiendo las escaleras que hacen más ruido que una cama vieja. Esta noche tampoco hemos tenido visita, veremos a ver si hemos grabado algo.

Como venían haciendo días atrás, al atardecer subieron a la casa. Al pasar por los pastos de Juan, y a unos pocos metros, vio la inconfundible silueta de Johanna, dándole un vuelco el corazón.

—Johanna— la llamó dando una voz.

— ¡Hola, Nel! Subía para buscarte. Imaginaba que estarías en la casa.

—Voy para allá, anoche, como te comenté, dejé la grabadora y subía para recogerla. Estoy impaciente por ver si se ha grabado algún mensaje o algo que me ayude, bueno que nos ayude y saber de una vez que está pasando. Ya llevo varias noches que no he visto, ni oído, ni notado nada.  Por lo que ya tengo muchas dudas de que todo tenga algún sentido.

—Es raro, pero también era raro lo que estaba pasando. A lo mejor solo ha sido la conciencia de varios factores, ten en cuenta que yo solo vi la luz y nada más.

—Hombre, Johanna, la luz y la sombra.

—Sí, es verdad. Pero solo eso, lo demás es tuyo. Por eso creo que con quien querían comunicarse era contigo.

— ¿Pero tú lo crees?, porque si no, ¿que haces acompañándome en esta locura?

— ¡Bueno! Es interesante. Me gustará ver la cara que pones si esto avanza mucho más —le dijo Johanna riendo.

—Desde luego es precioso encontrar personas como tú que solo te acompañan para saber si estas paranoico o no.

—No te lo tomes así, me lo paso bien contigo y si con ello saco una experiencia con seres del más allá pues mejor. Lo          que me da miedo es que sean monstruosos y de carácter maligno como salen en las películas.

—Esa es una pregunta que yo también me hago, ¿Por qué siempre salen seres malvados? ¿Por qué no pueden ser espíritus que simplemente estén vagando porque tengan algo pendiente? Quizás no comprendan el motivo de su muerte, posiblemente no acepten un final trágico. Es tan absurdo y a la vez tan complicado de averiguar. Yo siempre me guío por lo material, lo que puede ser palpado y explicado. Pero lo inmaterial, aquello que no tiene explicación lógica o científica, lo que no puedes demostrar porque solo tú lo estás viendo o sintiendo es otro tema diferente. Lo más razonable para evitar cualquier juicio sobre tu cordura es callarlo, y si lo callo yo, habrá habido mucha gente que también lo habrá  silenciado.

—Muy bien Nel. Y si no lo callan, ¿que ganarían con ello? Dime por ejemplo ¿A quién se lo has dicho tú a parte de mí?

—A parte de ti, a María.

— ¿Por qué solo a nosotras dos?

—No creo que le interese a nadie más.

— ¿No  crees que le interesaría a nadie?, o simplemente no quieres pasarte todos los días convenciendo a alguien de algo que es solo para ti.

—Ya, pero en mi caso siempre actúo así. No tengo por costumbre contarle a nadie cosas de mí y mi vida que no les importa o no quiero que les importe.

—Pues así debe de ser para la mayoría. Personalmente quiero decirte que yo sí creo en esto, y creo en todo lo que percibo. Y ahora explícame lógica y científicamente por qué nos hemos conocido, qué nos ha traído a un lugar tan lejano de los dos para estar juntos.

—Sabes de sobra que no tengo explicación para eso.

—Pues para lo otro tampoco, y sin embargo, aquí estas, dedicando tu tiempo y tus vacaciones para averiguarlo.

Ne se adentró en la casa para coger la grabadora y salir inmediatamente para oírla junto a Johanna. Comenzaron a oír la grabación, escuchando en los primeros minutos solo ruidos, imaginando que podría ser cualquier animal andando por la habitación. Pero no pasaron ni cuarenta segundos cuando oyeron la pequeña voz “Ayúdame” “Ayúdame” “Ayúdanos” esta última llamada seguida de lloros de niños pequeños.

—Este llanto es el que oí el otro día que tú no pudiste venir.

—Vámonos, Nel, no quiero estar aquí, me siento mal.

—Vamos, Thor— Lo llamó Nel.

—Creo que está otra vez en el establo, Nel.

Nel se aproximó hasta la entrada del establo alumbrando a la esquina izquierda del final de éste, viendo que Thor se encontraba mirando fijamente a la losa gimoteando.

—Vamos campeón, ahí no hay nada. Un día pondremos la cámara con los sensores de movimiento y pillaremos al bicho que tanto te inquieta.

—Vámonos ya, Johanna. Otra vez estaba en el mismo sitio, debe de ser el refugio de algún animal. ¿Te queda mucho para finalizar tu trabajo?

—No lo sé, Nel. Eso es una decisión que no depende de mí.

—Pues estamos los dos en iguales circunstancias, la única diferencia es que yo no quiero irme. Vine buscando respuestas, y aunque para la mayoría ya tengo respuestas, me queda la más importante.

— ¿Y puedo saber cuál es esa pregunta que aún no tiene respuesta?

—Prefiero decírtelo cuando por fin la encuentre.

—Bien, espero que pronto lo averigües y si quieres me lo dices.

—Cuenta con ello ¿Te dejo ahí como siempre?

—Sí por favor. Adiós, Nel. Mañana si puedo escaparme pronto del trabajo nos vemos en nuestra casa.

—Que bien ha sonado eso, Johanna. Adiós preciosa.

 

—Buenas noches María. ¿Cómo se encuentra mi compañera y sin embargo amiga?

—Hola, Nel, ¿Cómo estás?

—Estoy estupendamente. Hoy hemos subido a la casa a recoger la grabadora que te comenté. La sorpresa ha sido mayúscula, cuando hemos escuchado lo que se había  grabado.

—Qué grabadora y qué has oído.

— ¿Es que no te dije que iba a comprar una grabadora para ponerla en la casa?

—Que yo recuerde no me has comentado nada hasta ahora.

—Puede ser. Pues la coloqué anoche y hoy la hemos recogido. La grabación no es gran cosa, pero desde luego pone los pelos de punta y sé que voy en el buen camino.

—Nel, cuando hablas en plural, ¿te refieres a Thor y a ti o me quieres decir que la relación va a más?

—Qué fina eres —le dijo él riendo— Sí, la relación va muy bien, me encanta estar con ella, y a ella parece que también. Me estoy enamorando como un niño, espero que la caída no sea en proporción a lo que la estoy amando. Es tan agradable caminar junto a ella, escucharla, ver sus movimientos, aspirar su aroma, ver  cómo se mueve su cabello al andar. Y lo mejor de todo, compartir con ella una porción de día, pequeña, pero enriquecedora.

—Madre mía qué batacazo te vas a pegar. Veremos a ver cómo te recompongo. Y dime, ¿qué es lo que se ha grabado que te ha erizado la piel?

—Es la misma voz de siempre, pero el mensaje ha cambiado. Te acuerdas que en las primeras ocasiones no dejaba de repetir “Sígueme”. Pues lo que se ha grabado en la casa es “Ayúdame”, en varias ocasiones acompañado de los mismos llantos que oí la otra noche  en el bosque.

Qué raro, ¿no? Estoy deseando saber en que acaba todo esto. Espero que lo averigües antes de venirte.

—Espero que sí, si no fuera así me quedaría muy mal. No quiero dejar que esto me atormente toda mi vida.

—Tú y tus locuras.

—Yo y mis locuras, nunca mejor dicho. Te dejo, guapa, voy a dejar la grabadora preparada por si la pequeña decide la pequeña hablarme. Te quiero.

 

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